El Movimiento contra la Intolerancia (?) de Esteban Ibarra recibió 813.874 euros del dinero público en 2015

Ibarra

Examinando el boletín oficial del estado (BOE) y los equivalentes autonómicos, provinciales y locales es posible hacerse una idea aproximada del dinero público que se destina a esta ONG. Los datos que aquí se facilitan son casi exhaustivos (casi, puesto que es probable que se hayan quedado fuera del cómputo algunas subvenciones, dada la multiplicidad de organismos públicos que subvencionan, aunque se espera que estas subvenciones no computadas sean de relativamente escasa cuantía), además de rigurosos (como acredita la mención del boletín oficial correspondiente al lado de cada noticia sobre la cantidad de dinero obtenida).

Los datos de subvenciones se refieren a los publicados en boletines oficiales de estos organismos públicos en el año 2015, lo cual no quiere decir que las subvenciones correspondan necesariamente a ese año, sino que se han hecho públicas ese año (esto tampoco es demasiado importante pues, aproximadamente, si en 2015 figura lo del año 2014, en 2014 figurará lo del año 2013). En los eventuales ingresos procedentes de entidades privadas, como empresas o bancos, no se va a entrar; es casi imposible recabar información sobre esto.

Esta ONG, Movimiento contra la Intolerancia (?), es bien conocida del público debido a su intensa actividad de naturaleza política e ideológica, lanzando propaganda a favor de la inmigración y de la interculturalidad (“campañas de sensibilización social”), con una destacada presencia en institutos y otros centros de enseñanza. También se ocupa esta ONG de la denuncia de presuntos casos de racismo contra inmigrantes no blancos. Forma parte, igualmente, del burocrático Consejo para la Promoción de la Igualdad de Trato y no Discriminación de las Personas por el Origen Racial o Étnico y de su Red de Centros de Asistencia a Víctimas de Discriminación por Origen Racial o Étnico.

Obtuvo un total de 708.159 euros tan solo a través del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, en tres momentos distintos: 390.850 euros (BOE núm. 39, del 14 de febrero de 2015), 174.852 euros (BOE núm. 39, del 14 de febrero de 2015) y 142.457 euros (BOE núm.295, del 10 de diciembre de 2015). El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad le proporcionó 31.200 euros (BOE núm. 286, del 30 de noviembre de 2015).

La Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía le dio 2.000 euros (BOJA núm.143, del 24 de julio de 2015), 4.000 euros (BOJA núm.143, del 24 de julio de 2015), 1.800 euros (BOJA núm.143, del 24 de julio de 2015), 2.000 euros (BOJA núm.143, del 24 de julio de 2015) y 15.000 euros (BOJA núm.10, del 16 de enero de 2015). Totalizan 24.800 euros. La Consejería de Justicia e Interior de esta misma autonomía le facilitó 15.699 euros (BOJA núm.46, del 9 de marzo de 2015). Y la Consejería de la Presidencia y Administración Local 2.100 euros (BOJA núm.216, del 6 de noviembre de 2015).

La Consejería de Políticas Sociales y Familia de la Comunidad de Madrid le hizo entrega de 10.000 euros (BOCM núm.182, del 3 de agosto de 2015), así como de otros 20.000 euros (BOCM núm.182, del 3 de agosto de 2015). 1.916 euros le concedió la Consejería de Transparencia, Responsabilidad Social, Participación y Cooperación de la Comunidad Valenciana (DOCV núm.7632, del 8 de octubre de 2015).

Movimiento contra la Intolerancia (?) alcanza de este modo la cantidad de 813.874 euros de dinero público. Es el equivalente a pagar el Plan Prepara a 339 desempleados (a razón de 400 euros al mes durante 6 meses).

El subvencionado Esteban Ibarra y la Federación de Comunidades Judías se querellan contra Pedro Varela por vender “literatura nazi”

“Odiar no es delito y para el delito de odio no vale cualquier odio” (Susana Gisbert)

La fiscal delegada de Delitos de Odio en Valencia reflexiona sobre la libertad de expresión a raíz del encarcelamiento de Hasél.

Susana Gisbert (València, 1966) es fiscal delegada de Delitos de Odio en Valencia y fiscal de violencia de género, además de ser escritora y muy activa en redes sociales en temas de feminismo. Mantiene actualizado el blog ‘Con mi toga y mis tacones’, donde acerca el mundo del Derecho a la ciudadanía.

Concertamos una entrevista en su despacho, en la Ciutat de la Justícia de Valencia, para hablar de una cuestión muy debatida estos días a raíz de la entrada en prisión del rapero Pablo Hasél: delitos de odio, libertad de expresión y sus límites.

-Empecemos por el debate que ha copado los medios y las tertulias estos días: ¿Mensajes como los de Hasél deben estar penados con cárcel?

Está penado con cárcel. Hasta ahora no se había suscitado el debate, excepto en el caso de Valtonyc porque se fue, porque es una pena de cárcel de las que no se entra en caso de ser delincuente primario por ser inferior a dos años. El debate se tenía que haber planteado antes de la condena, porque ahora jurídicamente no se puede hacer otra cosa más que el indulto. Pero aquí hay una mezcla que me da un poco de miedo: cuando se mezcla delitos de odio con los delitos contra los sentimientos religiosos, con delitos contra las estructuras fundamentales del estado o injurias a la corona, que es por el que le han condenado, con delitos de enaltecimiento del terrorismo… creo que no se pueden mezclar. Una cosa son todos esos delitos que protegen bienes jurídicos y que han dependido de una situación de política criminal concreta, como el enaltecimiento del terrorismo, que responde a una necesidad de una época y hoy ya no existe esa necesidad. Los sentimientos religiosos se arrastran de toda una época de protección del catolicismo, porque nunca he visto un delito contra los sentimientos religiosos que sea contra otra religión; y si lo que se hace es discriminar a alguien por su religión entraría en el 510, en los delitos de odio. Por tanto, esos bienes jurídicos son una cosa y el bien jurídico de no discriminación e igualdad que protege los delitos de odio es otra. No se les puede meter en el mismo saco. Si no, corremos el riesgo de que la libertad de expresión ampare discursos como el de Hitler.

-Hasél dice “no me da pena tu tiro en la nuca, pepero”. La falangista Peralta dice: “El judío es el culpable y la División Azul luchó por ello”. ¿Qué diferencia hay entre un mensaje y otro?

Ahí es a donde iba. Aunque sea un poco frívolo decirlo, para hacer esta diferenciación nos viene muy bien que haya coincidido en el tiempo el discurso terrible de esta mujer con el encarcelamiento de Pablo Hasél. Los mensajes no dependen de dónde vengan. El uso de la libertad de expresión para hacer unas expresiones reprochables, que a mi desde luego ni me gustan ni me parece bien lo que hace Hasél, no tiene nada que ver con el bien jurídico que se protege cuando se dice que hay que matar a los judíos. Y más en una tradición como la nuestra, con una cosa tan cercana en el tiempo en términos relativos, como es lo que pasó en el nazismo.

-Por aclarar la cuestión: ¿Entonces sí que se podría hablar de matar a un concejal o un diputado del PP, por ejemplo?

No, creo no se puede decir, pero a lo mejor la protección jurídica es excesiva. Los derechos fundamentales no son ilimitados, tienen unos límites, y está el debate de dónde están los límites. Más allá de que se diga o no, la cuestión es que la acción penal no sea tan grave como imponer una pena de prisión como se ha impuesto. Si se amenaza a alguien, hay un delito concreto de amenazas que tiene su pena, no hace falta irnos a un delito específico.

-¿La libertad de expresión debe tener límites?

Sí.

-¿Cuáles?

Como todos los derechos, tiene sus límites. El límite de los derechos fundamentales está en los derechos de los demás, en la integridad personal. Tú no puedes decir: “No tengo límites y puedo matar a quien quiera”. Igual que esto sería la libertad de expresión, el problema es que es un bien mucho más volátil. Pero creo que cuando ya entras en infringir bienes jurídicos de especial protección, como es el caso de la igualdad, hay que planteárselo. Ahora: ¿Que la respuesta penal de pena de prisión sea la respuesta?… Creo que ese es otro de los debates que hay que plantearse. Siempre que no se pongan en peligro vidas y no haya violencia.

-Uno de los grandes problemas de definición que tenemos es: ¿Qué es un delito de odio?

Claro. El Código Penal no emplea el término delito de odio de la misma manera que no emplea el término violencia de género, por sorprendente que parezca. Con lo cual, los delitos de odio están en el epígrafe de los ‘delitos cometidos con ocasión del ejercicio de los derechos fundamentales garantizados por la Constitución’. Delitos de odio y crímenes de odio es la nomenclatura que se ha utilizado en otros países, sobre todo en la construcción que se hizo a partir del nazismo. Consisten en los delitos que se cometen contra el principio de igualdad. Se pueden cometer por palabra o por acción. Cuando se cometen por palabra no es simplemente decir que “odio a los judíos” o que “quiero que los maten”: hay que hacer un discurso con unas determinadas características que conlleven a incitar, mover a la gente a que lo haga. Decirle a alguien “puto negro”, por muy mal que esté, per se no sería delito de odio. El delito de odio tiene unas características más concretas, es hacer algo por una razón de discriminación, incitar al odio si es un discurso, realizar una acción demostrando ese desprecio como una paliza a homosexuales, como lamentablemente todavía vemos bastante… Es importante que la gente sepa que odiar no es delito y que para el delito de odio no vale cualquier odio. Muchas veces vemos en redes sociales lo que dicen algunos y pensamos que es delito de odio. No. Tú puedes odiar mucho, puedes incluso manifestar el odio, pero por sí no es delito de odio.

-Cuando hablamos de delitos de odio pensamos en proteger a colectivos vulnerables. Frente a esto, ¿serían delito de odio los insultos y otros actos planeados en rechazo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, como Policía Nacional o Guardia Civil?

Aquí hay un debate jurídico muy interesante, que se ha planteado, entre otras, en la sentencia de Altsasu y donde ni siquiera los juristas están de acuerdo. En principio, en el catálogo de bienes especialmente protegidos en el 510 no están incluidos (como no está incluida la aporofobia y debería). Ahora bien, ¿se incluye dentro de odio por ideología? Esa es la cuestión y, en mi opinión, tiene un encaje muy difícil. Porque si los incluimos ahí, ¿por qué esa profesión y no cualquier otra? Eso también se planteó durante el confinamiento cuando se dejaban carteles en los edificios a médicos o enfermeros diciéndoles que no eran bienvenidos. Eso es un delito contra la persona determinada, no es delito de odio.

-El Gobierno ha planteado una reforma del Código Penal para incluir la apología y exaltación del franquismo y del fascismo. Algunos juristas advirtieron que podría atentar contra la libertad de expresión. ¿Cómo lo ve?

No creo que atente contra la libertad de expresión. Tenemos un ejemplo muy claro que es el de Alemania donde la negación del holocausto es delito, pero es que en España también. En España negar los genocidios, no solo el holocausto, es delito de odio siempre que se realice en determinadas circunstancias: que se cree un ambiente de hostilidad hacia las personas a las que se refiere. El problema es que mientras no haya una condena del propio país considerando que el régimen franquista es negativo y que cometió un genocidio, como sabemos, es complicado. Aquí no se acabó en una derrota, como en Alemania; aquí se acabó en una transición más o menos pacífica y nadie hoy día se ha pronunciado en contra del régimen franquista. Con lo cual que sea delito enaltecer un régimen que oficialmente no se ha condenado, jurídicamente es muy complicado.

-Hace dos años se publicó un informe de la Fiscalía del Estado que consideraba delito la incitación al odio hacia los nazis. ¿Lo comparte?

Dio mucho que hablar. En realidad, era una instrucción destinada a los fiscales. Nosotros nos regimos por la ley y por unos instrumentos jurídicos de interpretación que son las instrucciones y las circulares. En este caso, daba un ejemplo de que la ideología podía ir en un sentido o en otro. Era un ejemplo, quizás, desafortunado, sobre todo si quienes leían esto no eran técnicos del derecho, sino la gente en general. Dio lugar a esa interpretación un poco simplista de que se protege a los nazis, pero en principio, tal conforme está redactado el tipo, si cometes un delito contra alguien por razón de su ideología, entraría. Pero habría que ver si se dan el resto de características para cometer el delito de odio: esa incitación no es una incitación sin más, tiene que ir acompañada de actos que lleven al resto de personas a odiarles. Si es simplemente rechazar una agresión, por ejemplo, sería difícil encajarlo ahí. Es el ejemplo de que cualquier ideología puede ser protegida cuando se comete el delito en esas circunstancias concretas que hace que odies a esas personas concretas y que incite a la gente a delinquir contra ellas por el hecho de ser nazis o por el hecho de ser legionarios.

-Si se celebra un evento con una clara motivación antifascista, ¿podría encajar en ese delito?

Creo que tiene un encaje muy, muy difícil. Porque estamos hablando de incitar, a la gente en general, a crear un ambiente de hostilidad contra esas personas. Y el nazismo, en cuanto que es una ideología que rechaza nuestra Constitución, ya sabemos todo el mundo que es reprochable, por más que por la libertad de expresión pueda expresarse.

-Le pido una reflexión: ¿Hay demasiado odio en la sociedad, o es un espejismo de las redes sociales?

Más que odio en la sociedad, creo que hay crispación, que no es lo mismo. Odio como sentimiento de quien rechaza a alguien, hay en las redes sociales todos los días. Todos lo sufrimos, yo misma lo sufro todos los días en mi Twitter. Cuando hago manifestaciones feministas o contra la violencia de género, constantemente recibo ataques. ¿Eso es odio? En sentido gramatical, puede que sí; en el sentido jurídico, desde luego que no. Y en la sociedad creo que hay una crispación que, además, se ha elevado con la pandemia. Por un lado, porque todos estamos en una situación de nerviosismo y de incertidumbre muy grave; y por otro lado, porque al tener tiempo libre y con la única posibilidad de expresarnos por redes sociales, es evidente que se multiplica.

-No quiero cerrar sin tocar uno de los problemas centrales que tenemos: la violencia machista. Usted es fiscal desde 1992, ¿hemos avanzado en estos 20 años? ¿Ve un cambio social que nos permita ser optimistas respecto al fin de su manifestación más cruel, los asesinatos?

Veo un cambio muy importante. Ahora bien, ser optimistas en cuanto al fin, lo veo difícil. Cuando llegué a la carrera, la violencia machista no tenía ningún reflejo penal. A partir del Código Penal de 1995 se empezaron a dar pasos y la Ley Orgánica de 2004 fue un hito en su momento en España, en toda Europa y en todo el mundo. No la hemos sabido valorar y vender como corresponde, pero ha sido modelo en muchos países. Fue fundamental, pero como todas las leyes, necesita su mantenimiento. Es muy penoso que en su día hubiera un consenso enorme (se aprobó por unanimidad) y que hoy eso sea impensable. Han ido apareciendo grupos que niegan el fenómeno en sí de la violencia de género y estamos en un momento en que la sociedad está muy polarizada. Desde hace un tiempo, hay un movimiento que está totalmente en contra de todo lo que se refiere a la violencia de género y esto nos gasta muchas energías. Estamos mucho más concienciados de lo que estábamos, pero tendríamos que estarlo más. A mí me da mucho miedo el tema de las prioridades: ahora, evidentemente, es solucionar la pandemia; pero siempre pasa lo mismo, la igualdad entre hombres y mujeres parece que siempre es un tema de segunda división y cuando hay algo que se considera más importante pasa a un segundo plano. Hay que estar muy alertas contra eso, porque en esta materia, todo lo que no sea avanzar, es retroceder.

-Precisamente la pandemia ha evidenciado que las crisis afectan siempre más a las mujeres.

Sí, claro. Hoy estaba leyendo que el teletrabajo deja una puesta en escena muy evidente: la mujer trabaja en el comedor, con los niños y su ordenador, y el hombre trabaja solo, en el despacho. Esto sigue existiendo. Las mujeres seguimos encargándonos más de las tareas del hogar que los hombres, aunque cada vez hay más hombres que se implican. Seguimos teniendo esa especie de chip que nos obliga a que, aunque hagamos lo mismo, seamos nosotras las que organizamos, las que sabemos el uniforme que tiene que llevar el niño al cole, qué extraescolar le toca… Si vas a una reunión de padres y madres, aunque se llame así, es sobre todo de madres. Y si va algún padre, acaba diciendo: “Es que mi mujer está de guardia”. Parece que el que va, es porque la mujer no puede. Aunque vamos avanzando, todo esto aún está por superar.

-¿Qué le pareció la unión de todo el Congreso, excepto la ultraderecha, para rechazar el negacionismo de la violencia machista y en el que se leyeron los nombres de las mujeres asesinadas?

La verdad es que me puso los pelos de punta. Me pareció un gesto sencillo, pero muy evidente. Aplaudo a todos los que, aunque no saliera de ellos la iniciativa, supieron superar las diferencias ideológicas y los intereses de partido para sumarse a lo que era un homenaje.

https://www.lavanguardia.com/local/valencia/20210226/6260232/susana-gisbert-entrevista-libertad-expresion-delito-odio-pablo-hasel.html

Si Pablo Hasél fuera «ultra»…

Facilitaría mucho las cosas que Hasél fuera miembro de la ultraderecha. Muy pocos de los que hoy piden su salida del trullo estarían levantando la voz.

Si Pablo Hasél fuera un ultraderechista, si sus letras y tuits no atacasen al Rey o a las víctimas del terrorismo sino a las feministas, los inmigrantes o los homosexuales; si en vez de hablar de tiros en la nuca a Patxi López pusieran la diana en el cogote, yo qué sé, de Otegi; si se mofase de las víctimas del GAL como se mofó de las de ETA; si la hubiera emprendido a puñetazos con periodistas que intentaban informar no de su encierro okupa en la Universidad de Lleida, sino, yo qué sé, de un aquelarre neonazi lleno de esvásticas; si en vez de fotos con Monedero las tuviera con Ricardo Sáenz de Ynestrillas (1)…

Y más: si en las protestas contra su condena hubieran incendiado contenedores y asaltado comercios no “jóvenes idealistas” sino cabezas rapadas; si aparecieran en 13TV tertulianos justificando esta violencia porque “la gente está muy harta”; si la que ha perdido un ojo en las protestas llevase camisa azul, ¡qué divertidos chistes leeríamos, qué hermosas defensas del civismo, qué condenas unilaterales a esta violencia y no “a todas las violencias”, qué de alertas sobre la deriva nihilista y fascista de la sociedad, qué de estudios de la violencia simbólica del lenguaje, sobre el peligro de la cultura y la apología!

Facilitaría mucho las cosas que Pablo Hasél fuera miembro de la ultraderecha. Muy pocos de los que hoy piden su salida del trullo estarían levantando la voz, y el pobre raperillo facha tendría que conformarse con la defensa de cuatro gatos tachados inmediatamente de blanqueadores del fascismo. A mí, en ese caso, también me tendría entre sus defensores. Escribiría arriesgadas columnas intentando justificar que la libertad de expresión es, precisamente, el derecho de quienes nos ofenden a hacerlo sin más riesgo que ser ofendidos por nosotros. Y podéis dar por descontado que me llamarían de todo.

Estos días, sin embargo, sacan listas de represaliados de la libertad de expresión llamativas por sus omisiones. ¿Dónde están los grupos de rock Batallón de Castigo y Más que Palabras, cuyos miembros fueron condenados a un año de cárcel ‘por cantar’? ¿Dónde está el colectivo artístico Homo Velamine, al que el Tribunal Supremo condenó a 18 meses de cárcel y una multa de 15.000 euros por el irónico ‘tour de la manada’, que no era más que una caricatura del amarillismo mediático? ¿Dónde están otros tuiteros y articulistas encarcelados o multados que, en vez de chistes de Carrero Blanco, los hicieron misóginos, xenófobos y demás?

Cuánta hipocresía.

Si tu defensa de la libertad de expresión cuenta solo a los perseguidos de tu cuerda, entonces es falsa y acomodaticia. Quienes omiten al que no les gusta de sus listas debieran hablar de autodefensa y jamás de su amor por un derecho fundamental. Si quieres pelear por la libertad de expresión, habrás de mancharte las manos de mierda. Tendrás que ponerte de parte de los que no te gustan con la misma pasión que empleas para los tuyos. Repito, ¡qué fácil sería explicar todo esto si a Pablo Hasél lo hubieran condenado por reírse, yo qué sé, de los fusilados de Franco! Y casi nadie lo entendería.

En fin. Llevo suficientes años en esta batalla para haber visto a muchos de estos amantes de la libertad relativizar el linchamiento y lo que hoy se llama cultura de la cancelación. He visto también cómo intentaban poner cómicos en la picota, cómo alentaban quemas de brujas y cómo celebraban que, por ejemplo, a Jorge Cremades le cerrasen las puertas de los teatros públicos ‘por machista’. Los he visto justificar toda clase de atropellos siempre que el mensaje ofendiera sus sentimientos, y ahora pretenden hacerse pasar por nuestra única barrera contra la censura. ¿Dónde estaban estos activistas cuando el atropellado les ofendía?

Lo que estamos viendo estos días no es una defensa de la libertad de expresión, sino una expresión de la polarización política, que algunos dirigentes sin escrúpulos patrimonializan entre grandes palabras hermosas. Se quejan muchos de que el Código Penal los maltrata más que a los fachas, pero no hablan de relajar los castigos en ambas direcciones sino de que los «fachas» sean castigados, al menos, con el mismo rigor. Así, vemos a Podemos proponiendo derogar el artículo 578 mientras hablan de convertir en un delito el ‘negacionismo de la violencia de género’ o la apología del franquismo. ¿En qué quedamos?

(1) PUEDE SUSTITUIRSE POR PEDRO VARELA, POR REPRESALIADO NO POR SER ULTRADERECHISTA-

Fuente: https://blogs.elconfidencial.com/sociedad/espana-is-not-spain/2021-02-23/pablo-hasel-libertad-de-expresion-censura-eta_2961323/

Coca-Cola acusada de decirle a los empleados que sean «menos blancos»

Coca-Cola se enfrenta a una reacción popular por unirse a una serie de corporaciones estadounidenses que adoctrinan a sus empleados blancos con la teoría auto-crítica de la raza, con peticiones de que «intenten ser menos blancos».

La psicóloga organizacional Karlyn Borysenko, una activista contra el llamado «adoctrinamiento de la teoría crítica de la raza», dijo el viernes que obtuvo copias de los materiales de capacitación de un denunciante de Coca-Cola que recibió un correo electrónico de la gerencia anunciando el curso. La clase se administra en línea , a través de la plataforma LinkedIn Learning, y se titula «Enfrentando el racismo, con Robin DiAngelo», uno de los principales defensores de la teoría crítica de la raza que ofrece seminarios corporativos de alto valor económico sobre «la fragilidad blanca y la justicia racial». » Se sabe que cobra hasta 40.000 dólares por una serie de charlas de cuatro horas.

Un portavoz de Coca-Cola confirmó que eran de un seminario respaldado por la compañía Blaze, Chris aunque dijo que no era el principal «enfoque» de su programa educativo.

«El video que circula en las redes sociales es de una serie de aprendizaje de LinkedIn disponible al público y no un enfoque del plan de estudios de nuestra empresa», dijo el portavoz, pero agregó que el curso es «parte de un plan de aprendizaje para ayudar a construir un lugar de trabajo inclusivo».

El título del curso indica que abarcará «comprender lo que significa ser blanco» y «desafiar lo que significa ser racista»A los estudiantes se les dice que “que ser menos blanco es: ser menos opresivo; menos arrogante; tener menos ego; estar menos a la defensiva; ser ​​menos ignorante; ser ​​más humilde; escuchar; creer; romper con la apatía;  y con la solidaridad blanca».

Añade es lógico que las personas blancas tengan de manera inherente todos esos rasgos indeseables, como ser opresivos, arrogantes y defensivos y que el punto subyacente de la formación obligatoria se explica por sí solo en otra diapositiva: «Intenta ser menos blanco».

“Su trabajo en Coca-Cola no debería depender de si acepta o no la idea de ser menos blanco”, dijo Borysenko«Depende de si puedes entrar y hacer tu trabajo».

Bulgaria condenada por ignorar la negación del Holocausto y el antisemitismo

Volen Siderov

Bulgariaha sido condenada por ignorar la negación del Holocausto y el antisemitismo. En dos de sus sentencias, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó que las instituciones búlgaras habían reaccionado de manera inapropiada al no reprender o condenar a Volen Siderov, el líder de extrema derecha del partido prorruso Ataka («Ataque») por su actitud antisemita y comentarios anti-romaníes. Volen Siderov formó parte de la coalición gobernante con el partido GERB del primer ministro Boyko Borissov hace apenas un año y medio.

Ante la Corte Europea, dos búlgaros de origen judío describieron a Ataka como un partido racista y xenófobo. Los dos incluían extractos de los comentarios de Volen Siderov sobre el judaísmo y los judíos, incluidos en sus libros The Power of Mammon, publicado en 2004 y  The Boomerang of Evil , publicado en 2002.

En The Boomerang , el líder de Ataka niega el Holocausto y escribe que las cámaras de gas, en las que murieron millones de judíos, fueron fabricadas al terminar la guerra. Según él, el Holocausto es una mentira de la que los judíos se han beneficiado enormemente.

En 2005, Siderov y su partido Ataka lograron ingresar al parlamento con casi el 9% de los votos. En 2006, ciudadanos y ONG presentaron una denuncia ante la nueva Comisión de Protección contra la Discriminación por el discurso de odio de Volen Siderov, que las autoridades no han terminado de tramitar. Y hace apenas un año y medio Ataka se unió al gobierno. Sin embargo, las autoridades finalmente no tomaron ninguna medida.

Fuente: https://www.euractiv.fr/section/l-europe-dans-le-monde/news/la-bulgarie-condamnee-pour-avoir-ignore-la-negation-de-lholocauste-et-lantisemitisme/

Carta de Ibn Asad al rapero Pablo Hasel

EN DEFENSA DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN, PERO LA DE TODOS

Estimado Pablo Hasél,

Casi no nos conocemos. Un poco yo a ti de oídas y nada probablemente tú a mí. Por eso déjame presentarme a través de lo que tenemos en común. Soy Ibn Asad, escritor, músico y artista underground como tú. Soy de la misma quinta que tú, es decir, de aquella que ya se libró de la mili. Utilizo un heterónimo árabe como tú. Sé lo que es sufrir la censura y la represión como tú. A ti te condenaron a prisión por tu rap y escritos; a mí me incriminaron en una trama de pornografía infantil por mis libros y escritos. Ambos sabemos lo que es la injusticia, muy posiblemente de manos del mismo mamporrero.

Aquí terminan nuestros puntos en común y empieza el párrafo gordo de nuestras diferencias. Tú eres revolucionario; yo no. Tú eres activista; yo no. Tú eres comunista; yo tampoco. A ti te gusta todo eso de la “acción directa”, la “lucha armada”, la “autodefensa proletaria”; a mí ni de coña. Tú pensarás que soy un cobarde por ello; yo no creo que seas valiente por algo así. Nuestras asimetrías van más allá: tú eres hijo de empresario nacido en una familia burguesa, al que le dio por hacer suya la lucha de los trabajadores; yo soy hijo de un trabajador pobre que nunca toleró que pijos marxistas hablaran en su nombre. Tú añoras a GRAPO, ETA y Terra LLiure; yo aún recuerdo el eco del bombazo que pusieron aquí en un barrio obrero cerca de la pista donde jugaba al fútbol cuando tenía unos diez años. Tú te defines de izquierda para identificar a todo el que no lo haga como fascista; yo no soy de derecha ni violento aunque esté hasta las narices de lo que hacéis tú y los tuyos: okupar los pisos de los abuelos, pintarrajear, mear y cagar por los rincones de las ciudades, joder el mobiliario urbano y agredir a todo aquel que no os baile el agua. Y además, ir de mártir y de víctima. ¡He ahí nuestra diferencia insalvable! Los dos pasamos por la misma mierda: yo en soledad como lobo estepario; y tú acompañado de esa jauría (de perros de raza, eso sí) tan ladradora como poco mordedora de Joan Manuel Serrat, Javier Bardem o Pedro Almodóvar. ¡Vaya compañías! Para ti antes serían traidores reformistas burgueses; para mí siguen siendo gentucilla poco recomendable.

¿Me solidarizo contigo? Sí, sin fisuras: no quiero que ningún escritor esté en la cárcel por lo que escribe, o un cantante por lo que canta, o un editor por lo que edita. ¿Es injusto lo que está ocurriendo contigo? Sí; y lo que ocurrió conmigo. ¿Quiero que salgas de la cárcel ipso facto? Por supuesto, hoy mismo, sin condiciones, de la misma manera que quiero que deje de entrar y salir de la cárcel Pedro Varela, con el que tengo en común lo mismo que contigo: prácticamente nada. 

¿Sabes quién es Pedro Varela Geiss? Un catalán (como tú) que lleva más de veinte años en un vía crucis judicial por vender libros. No escribirlos como yo; no rapearlos como tú. Un tipo que ha ido varias veces a la cárcel estrictamente por editar y vender libros en su librería. Por mucho menos de lo que hicimos tú o yo, le cayó una muchísimo mayor. Y se la comió con patatas: la prisión, la soledad, la censura de los libros, el cierre de su librería, el ostracismo y la ruina económica. ¿Por qué el caso Varela no apareció en La Sexta, ni fue voceado por Trueba, los Bardem o la nieta de Lola Flores? Pues ya sabes… Creo que los dos lo sabemos.

Creo que los dos somos mayorcitos para identificar y denunciar la injusticia en sí misma, y no porque ella recae en nuestros amiguitos ideológicos. Como yo no tengo ideología, tampoco tengo amigos, o no al menos de esos que tú tienes. Pero te hago una pregunta como si  fuéramos amigos: ¿Seríamos capaces de reivindicar la Libertad de Expresión, tanto para un nostálgico del GRAPO como para un nazi desorejado? Yo sí. ¿Y tú?

Si enviamos un mensaje al Rey llamándole mafioso, es normal que la mafia nos haga una visita a casa. Hay que apechugar. Si alguien vende libros que están prohibidos por ley (porque existen libros prohibidos por ley), es normal que le cierren la librería. Hay que apechugar.

Si escribo un libro con tropecientos nombre propios, es normal que uno de esos tipos lo lea y se cabree. Hay que apechugar.

Si rapeas que hay que matar a un puto guardia civil, es normal que algún guardia civil te quiera putear. Hay que apechugar.

Si queremos expresarnos con libertad, honestidad y coherencia, tendremos que pagar un precio por ello. Tú lo estás pagando y ya sólo por ello tienes mis respetos. Deseo que estés lo mínimo en la cárcel, ni un minuto si es posible. Pido tu libertad aquí explícitamente y espero con sinceridad que algún día podamos conocernos personalmente. Ahora bien, si tienes que quedarte en la cárcel una temporada (Dios o Marx no lo quieran), aprovéchala para meditar y pensar si esa Libertad de Expresión que vindicáis es para todos o sólo para tus colegas. Y ya puestos, aprovecha también la estancia en prisión para perder peso y ponerte en forma. Se te ve de buen año.

Un cordial saludo, Ibn Asad  

Fuente: La gaceta

Tejero habla: “Tomamos el Congreso a las órdenes del Rey”

El teniente-coronel Antonio Tejero Molina

Con la sala llena del auditorio de Cartagena, el periodista Luis Fernández-Villamea, testigo presencial de los hechos, pronunció ayer una conferencia sobre la parte oculta del 23-F organizada por la Asociación Rosas Negras. Presentada por el profesor Francisco Torres, los asistentes tuvieron la ocasión de conocer el contenido de un tarjetón que enviaba el entonces Teniente Coronel Antonio Tejero al que El Correo de Madrid ha tenido acceso en exclusiva:

Encabezamiento de la carta de AntonioTejero a Luis Fernández-Villamea

Querido amigo Villamea:

En esta conferencia que vas a dar quiero que pongas de relieve que tomamos el Congreso, los Guardias Civiles a las órdenes del Rey, para que se pusiera un gobierno militar, pero que al ver que se convertía la cosa en una traicionesca borbonada para meter a marxistas en un Gobierno del que no se me dijo nada, no lo aceptamos.

Por eso lo nuestro fue un contragolpe del que se benefició Leopoldo Calvo Sotelo que nunca nos dio las gracias”

El profesor Torres indicó que ante los hechos del 23-F sólo hay dos posturas: la cómoda, la conveniente que se escuda en la tesis del golpe de estado contra la democracia; la de quienes consideramos que fue una jugada político-militar-institucional. Definió a Luis Fernández-Villamea, a quien conoce desde hace casi 40 años, con el que empezó a escribir artículos de análisis político, y al que le une una relación casi familiar, como un periodista de frase rápida y acerada, buen cultivador de la ironía y con una prosa de entretenida lectura: “nunca da puntada sin hilo”.

Villamea recordó que para comprender el camino hacia el 23-F hay que partir de dos hechos: primero, el terrorismo, con el casi centenar de asesinados al año y centenas de heridos de los que no se habla; segundo, el fracaso del partido del rey, la UCD (una creación artificial creada para ser el nuevo movimiento que dominaría la política). Como periodista conoció todos los rumores y confidencias sobre una operación política militar que debía de poner fin a la incapacidad de Suárez y acabar con el terrorismo. “En diciembre de 1980 o enero de 1981 -revela Villamea- recibí en mi despacho la visita de un militar cuyo nombre no puedo revelar, nos alertó de esa operación concebida por el Jefe del Estado. Ya se hablaba del general Armada”. Después del 23-F, Villamea y Blas Piñar visitaron a Armada quien se volvió rápidamente a su celda militar diciéndoles: “Tenemos que hablar. Tenemos que hablar”. Lo que después no se produjo.

Villamea recordó, pues el minutaje es fundamental, que las cintas que se grabaron de las conversaciones desde el Congreso (“Yo mismo hablé varias veces”) nadie quiere saber dónde están: “en ese tiempo que va desde las 10,15, cuando el mensaje del Rey está en TVE, hasta que se emite a la 1,12 de la madrugada está todo”. Pero antes hubo un hecho clave: la negativa de Tejero a aceptar el gobierno de coalición que se le ofrecía. No lograron convencerle: “para esto o me he jugado mi carrera y 30 años de prisión”. Tejero repitió varias veces en la noche, asumiéndolo, que iba a pasar 30 años en la cárcel. “Cuando en la mañana del 24 comunicó a los diputados que iban a salir con toda normalidad reiteró que él saldría también para estar 30 años en prisión”.

El olfato de periodista lleva a Villamea a explicar lo que sucedió después, razón por la que no se conoce el contenido de las grabaciones: que “la clase política raptó al Rey” y a ello contribuyó la clase mediática. “A partir de ese día es la partitocracia la que se hace cargo del país dominándolo todo con la subvención”.

Fuente: https://somatemps.m