Según ABC Cataluña, Pedro Varela se declara comunista (y otras mentiras).

Pedro Varela y los demás acusados durante la primera sesión del juicio conta Ediciones Ojeda (14 de mayo de 2024 en  Barcelona).

TRANQUILOS, NO HAY MOTIVO DE ALARMA, SOLO PRENSA AMARILLA

La poca fiabilidad de la prensa crece por momentos, sobre todo si se trata de Pedro Varela. Queremos Imaginar que es una errata y, que en lugar de «humanismo» (que es el calificativo correcto) han escrito «comunismo» que también termina en «ismo». La cuestión es que ahí queda escrito, por lo que muchos lectores aplaudirán el cambio de tercio de Varela que pasará en la hemeroteca de ABC de ser un «neonazi recalcitrante» a un «comunista acérrimo».

El diario ABC no solo ha enviado a este juicio a reporteros muy poco dignos de confianza, sino que, además estaban distraídos pues no éramos cinco los demás acusados sino cuatro.

Varela no declaró que » dió poderes a tesoreros y secretarias», sino que delegó a tres personas de confianza la continuidad de Ediciones Ojeda por si a él le pasaba algo. Quizás suena igual, pero no es lo mismo. Tampoco declaró que «No podía quemarlos (los libros)  porque queda estéticamente feo», simplemente dijo que no podía hacer una hoguera en su casa.

Otra mentira es que uno de los acusados, el Sr. Carlos San Agustín fuera el diseñador de las portadas, simplemente porque el autor de las mismas era yo, el administrador de este blog.

Tampoco es cierto que las dos dependientas de Librería ( denominadas despectivamente «mujeres rumanas¨, en el artículo de ABC) apenas hablaban español ya que esa circunstancia fue temporal durante los primeros meses que trabajaron en la librería. Hace años que hablan un español perfecto. Hay diferencia.

Para leer «artículo» completo:

Acacio Luis Friera

La última carta de Joseph Goebbels y de su esposa a su hijo Harald (Abril 1945)

Harald Quandt, hijo del primer matrimonio de su esposa Magda Goebbels,

Mi querido Harald:

Estamos encerrados en el búnker del Führer en la cancillería del Reich y luchamos por nuestra vida y nuestro honor. Como terminara esta lucha, solo Dios lo sabe. Pero yo se que nosotros solo saldremos de ella con honor y gloria, vivos o muertos.

No creo que volvamos a vernos. Por ello, probablemente estas sean las últimas líneas que recibas de mí. Espero que, si sales de esta guerra, harás honor a tu madre y a mi. No es necesario que nosotros vivamos para influir en el futuro de nuestro pueblo.

Tu serás el único que continúe la tradición familiar. Actúa siempre de modo que nosotros no tengamos que avergonzarnos. Alemania resistirá esta terrible guerra, pero solo si nuestro pueblo tiene ante los ojos ejemplos por los que pueda guiarse. Y este es el ejemplo que nosotros queremos dar. Puedes estar orgulloso de tener una madre como la que tienes. Anoche el Führer le dio la insignia de oro del partido que el ha llevado durante años prendida en la chaqueta, y yo creo que ella la merece. No tendrás en el futuro más que una misión, mostrarte digno del gran sacrificio que nosotros estamos decididos a hacer. Se que lo harás. No te dejes desorientar por el ruido del mundo que ahora empezara a sonar. Un día las mentiras caerán por su propio peso y la verdad triunfara sobre ellas. Llegará la hora en la que nosotros estaremos por encima de todo, limpios y sin mancha, como fueron siempre nuestra fe y nuestro afán.

¡Adiós, querido Harald! Si hemos de volver a vernos, de Dios depende. Si no es así, este siempre orgulloso de pertenecer a una familia que, aun en la adversidad y hasta el último momento, ha permanecido fiel al Führer y a su pura y santa causa.

Mis mejores deseos y más cariñosos saludos.

Papá

Magda Goebbels con tres de sus siete hijos.

Carta de Magda Goebbels a  su hijo de su primer matrimonio, Harald Quandt

«Hace seis días que estamos aquí, en el bunquer del Führer, papá, tus seis hermanos y yo, para poner a nuestra vida nacionalsocialista el único fin posible y honroso. No se si recibirás esta carta. Tal vez exista un alma humana que me permita enviarte mi último adiós. Quiero que sepas que permanezco al lado de papá contra su voluntad y que este último domingo el Führer todavía quería ayudarme a salir de aquí. Ya conoces a tu madre: los dos llevamos la misma sangre, no tuve que pensarlo ni un momento. Nuestra magnifica idea se desmorona, y, con ella, todo lo que en mi vida conocí de hermoso, admirable, noble y bueno. El mundo que vendrá después del Führer y del nacionalsocialismo no merece que se quiera vivir en el. Por ello, he traído conmigo a los niños. La vida que se avecina no es digna de que ellos la vivan y un dios bondadoso ha de comprender que yo misma los libere. Tú vivirás, y solo una cosa te pido: no olvides que eres un alemán, nunca hagas nada contrario al honor y procura con tu vida que nuestra muerte no haya sido en vano.

Los niños son estupendos. En estas circunstancias, más que primitivas, se cuidan solos. Si tienen que dormir en el suelo, si pueden lavarse, si pueden comer y que es lo que comen: nunca una palabra de queja ni un llanto. Las explosiones sacuden el bunquer. Los mayores protegen a los pequeños y su presencia es ya una bendición, aunque solo sea porque de vez en cuando hacen reír al Führer.

Anoche el Führer se quito su insignia de oro y me la prendió a mí. Estoy orgullosa y contenta. Quiera Dios darme fuerzas para hacer lo último y mas difícil. Solo tenemos un objetivo: ser fieles al Führer hasta la muerte, y poder terminar nuestra vida con el es una gracia del destino con la que nunca nos atrevimos a contar.

Harald, querido muchacho, te diré lo mejor que he aprendido en la vida: se fiel. Fiel a ti mismo, fiel a los hombres y fiel a tu patria en todos los aspectos.

Es difícil empezar una hoja nueva. Quien sabe si podre llenarla, pero quisiera darte tanto amor y tanta fuerza y quietarte todo dolor por nuestra perdida. Este orgulloso de nosotros y trata de recordarnos con orgullo y alegría. Todos tenemos que morir, ¿y no es más hermoso vivir menos pero con honor y valentía que tener una vida larga en condiciones vergonzosas?

He de terminar… Hanna Reitsch se llevara esta carta. Va a salir otra vez. Te abrazo con mi más tierno, entrañable y maternal amor.

¡Querido hijo mío. Vive para Alemania!

Tu madre. (28 de abril de 1945. Escrita en el bunker del Führer)