Clara Stauffer, un ejemplo de fidelidad nacionalsocialista.

Clara Stauffer, la primera por la derecha, junto a Pilar Primo de Rivera,
sentada

Oviedo, 1945. Franco ganó la guerra, pero Alemania la acaba de perder.
Una activista, miembro destacado de la Sección Femenina, usa la recién
estrenada sede de esta organización falangista en la calle del Sol, a pocos
pasos del ayuntamiento ovetense, para esconder a prófugos de la justicia
aliada y ayudarlos a huir a Sudamérica. Cuenta, nada menos, con el
poderoso apoyo de su amiga Pilar Primo de Rivera, líder de la Sección
Femenina
y hermana del fusilado fundador de la Falange, José Antonio.
¿Quién fue esa mujer que organizó una tupida red de ayuda a huidos
nacionalsocialistas desde España? La intensa actividad de Clara Stauffer Loewe (Madrid, 1904-1984), conocida como Clarita, no pasó inadvertida para los servicios secretos británicos y americanos, que llegaron a reclamarla (sin éxito, naturalmente) al gobierno de Franco por el valioso auxilio que prestaba a los perseguidos por las democracias.

La vida de Stauffer está bien documentada en algunos aspectos, incluso
en sus actividades ilegales pero toleradas por el régimen. Otros, como un
presunto matrimonio fallido, siguen siendo inciertos. Clarita fue una niña
nacida en el ambiente privilegiado de la burguesía madrileña, hija de un
maestro cervecero, Konrad Stauffer, que ayudó a levantar en España la
fábrica Mahou, y de Julia Loewe, de la familia creadora de la famosa marca de moda.
El matrimonio Stauffer-Loewe tuvo tres hijos.Era muy diestra en su vida
social. Simpática, buena nadadora y esquiadora, como narran las crónicas
un tanto del diario ABC, su juventud parece despreocupada y ajena a la
tremenda agitación política de los años 20 y 30. Pero no es así. Había sido
educada en Alemania y se hizo admiradora feroz (hasta la muerte,
literalmente), de Hitler y Mussolini. En ese ambiente conoció a los Primo
de Rivera y su sintonía ideológica le une a Pilar de inmediato. Parece
inevitable que la hiperactiva Clarita Stauffer se uniera al gran proyecto
falangista para captar a las mujeres, la Sección Femenina, donde ella
aparece ya durante la Guerra Civil como responsable de Prensa y
Propaganda.

Pero será en la posguerra mundial donde desplegará de vedad sus dotes
personales y su indudable inteligencia.
Tras la destrucción del Reich, amparada en el caos, comienza la
desbandada «nazi» a través de lo que los aliados llaman «ratlines» (líneas de
ratas), una de ellas a través de Italia, que cobija y tralada a personajes como
Eichmann y Mengele. Otra, la que Stauffer crea en España.

La conexión asturiana Al menos dos fuentes señalan que la pronazi (no
consta a los historiadores que fuera militante del partido, aunque es muy
probable) tenía vínculos con Asturias: Guy Walters en Hunting Evil
(Cazando el mal, 2009) y David Messenger en La caza de «nazis» en la
España de Franco (2014). A su vez, Messenger cita como fuente el
Memorandum Titus, un informe de Earle Titus, miembro del servicio de
inteligencia norteamericano precursor de la CIA (la OSS) destacado en
España. Es el origen de la información, pero es muy fiable, puesto que Titus
indagó con mucho tesón los vínculos de algunos elementos franquistas
con los «nazis» huidos.

Palacio de Inclán, donde en 1945 la Falange instaló la Sección Femenina
provincial y que sirvió para las actividades de Stauffer.

Según cuenta Guy Walters, «(…) Stauffer encontraba entonces alojamiento
para los fugitivos, que acogía con el Auxilio Social, así como en un
convento. La enérgica Stauffer también controlaba una pensión cerca de
Oviedo, que era para los miembros femeninos del cuerpo diplomático
alemán y el Partido Nacionalsocialista»
. También habla de otro lugar de transición en Santander, puede que los locales de la SF en Cantabria.
Así pues, llegamos quizá al lugar y los motivos por los que Clarita operaba
en Oviedo. En principio, la vinculación de la Sección Femenina con la
ciudad era importante. No en vano se trataba del hogar de la mujer de
Francisco Franco, Carmen Polo, además de la ciudad donde estos se
casaron. Pocos años después del fin de la Guerra Civil, la Falange se hizo
con el llamado palacio de Inclán Leyguarda, más bien un caserón
destartalado. Está ubicado en el centro de Oviedo, en la calle del Sol. Sigue
perteneciendo al Estado; fue consejería de Cultura y actualmente es
jefatura de Telecomunicaciones. En el Oviedo en reconstrucción de 1945,
el palacio comienza a funcionar como delegación provincial de la Sección
Femenina (SF)
. Imparte sobre todo cursos de formación para mujeres y
también da albergue en régimen de internado a las que acuden de fuera
de la ciudad. Es aquí donde con mucha probabilidad se produce la
confusión con la palabra «pensión», que no consta como tal, en ningún
documento, vinculada a la SF.

Trabajadoras falangistas del Comedor Social, junto al teatro Campoamor
destruido, hacia finales de 1937.

La preponderancia del caserón de la calle del Sol era tanta que en 1949
se llegó a celebrar en Oviedo el Consejo Nacional de la SF, con la asistencia de Pilar Primo de Rivera. Por tanto, lo más seguro es que fuera en este lugar donde Clarita Stauffer alojó a las mujeres de los jefes nacionalsocialistas que alude Walters (mientras los hombres, si venían con ellas, dormirían en algún otro lugar vinculado a la Falange, tal vez sus locales de la calle San Vicente o domicilios privados). El mismo año de la fundación de la SF en Oviedo, la formación de Primo de Rivera también abre el colegio mayor femenino Santa Catalina en la calle Campomanes, 9.

Tras una serie de pleitos con los propietarios de la finca, se acabó instalando en el Sanatorio Laredo dela avenida de Galicia, un chalet ubicado frente al sanatorio Miñor que ya no existe. También es posible que las nacionalsocialistas fueran alojadas en este lugar, pero resulta menos probable puesto que habrían llamado más la atención al ser un internado para chicas muy jóvenes, mientras que el de la calle del Sol era más para mujeres adultas. Además, David Messenger añade que Stauffer usaba su zona privada en un local de la Sección Femenina, lo que descartaría el colegio mayor. ¿Iban o venían?
Sea como fuere, acudían a Oviedo como punto de llegada de partida o de
salida; sobre esto no hablan los historiadores. Pude ser que vinieran desde
Alemania vía Francia e hicieran una parada en Asturias o también es
posible que se tratara de una vía de salida desde España, a través del
puerto de Gijón, a los barcos cuyo destino era sobre todo Argentina. Allí,
como es sabido, Stauffer envió a numerosos nacionalsocialista que vivieron cómodamente bajo el amparo de Perón. La huella de Skorzeny También parece claro que fue amiga personal de Léon Degrelle y del mítico Otto Skorzeny, a los que ayudó al principio, cuando llegaron a España, Degrelle en 1945 y Skorzeny en 1948, y que más tarde apoyaron (moral o materialmente) a su vez la llamada Hilfsverein (asociación de ayuda) de
Stauffer. José María Irujo en La lista negra, los espías nacionalsocialistas protegidos por Franco asegura que el sobrino de Clarita, Enrique Mahou, le contó que ella tenía en su casa de la calle Galileo «centenares de botas, pantalones,camisas y abrigos de hombre para los refugiados de su
organización»
. La red presuntamente benéfica formaba parte desde 1939
de la Nationalsozialistische Volkswohlfahrt (NSV) o protección social
nacionalsocialista, la única agencia asistencial autorizada en la Alemania
de Hitler.

Clara Stauffer (en el centro) junto a sus hermanos en fecha indeterminada. Eran hijos de Konrad Stauffer, un maestro cervecero que ayudó a levanta
la empresa Mahou, y Julia Loewe, de la familia de la famosa marca de moda.
Logos de las marcas «Loewe» y «Mahou», vinculadas a los hermanos de Clara Stauffer

La frenética actividad de Clarita fue denunciada en 1945 por un conocido y muy influyente periodista británico, Denis Sefton Delmer. El artículo de Delmer, que destapaba los verdaderos objetivos de la activista, generó una gran polvareda diplomática. Hacia 1947, el Consejo de Control Aliado reclamó al ministerio de Exteriores español que dirigía Alberto Martín-Artajo que extraditara a 104 «nazis» residentes en España, entre ellos Clara Stauffer, que vivía en el número 14 de la calle Galileo de Madrid. Así se confirma también en documentos recientemente desclasificados por la CIA.
Desde luego, Franco se negó y Clarita siguió con sus tareas, aunque ya
resultaba incómoda al régimen debido a la presión diplomática de
posguerra. Contaba con la ayuda de una bien situada burguesía alemana,
alentada o al menos bien tolerada por Franco, entre cuyos miembros
estaban Herbert Hellman, director de AEG, o el padre Boos, rector de la
comunidad católica alemana en Madrid y Barcelona, según cuenta David
Messenger
. Para este historiador, el inicio de la fuga de los nacionalsocialistas más prominentes o buscados hacia paraísos latinoamericanos se debió, precisamente, a que no se sentían del todo seguros en España. Algunos de ellos incluso habían sido internados en cárceles españolas de las que Stauffer intentó con denuedo (y a menudo consiguió) sacar. Messenger se pregunta: «¿Qué significaban las actividades de una personacomo Stauffer para Estados Unidos y el Reino Unido en 1947 o 1948,cuando la falta de apoyo de España a las repatriaciones suponía
claramente el fracaso inevitable de aquella política?»
Earle Titus afirmaba a
principios de 1948 que las actividades de Stauffer estaban tan bien
organizadas que el Gobierno español debía de estar haciendo algo más
que solo tolerarlas: ‘En todo este asunto hay demasiado humo como para
que no haya fuego en alguna parte’
, señaló Titus. Aunque en la práctica
era «imposible» devolver a los ex «nazis» a la Alemania ocupada, concluye el
historiador, «los aliados seguían temiendo que pudieran influir en las políticas de España o en el gobierno argentino.En Londres, un miembro del Foreign Office hacía un comentario apropósito de Stauffer cuando escribía: ‘los alemanes en España son tan peligrosos para nosotros como lo eran los rusos, y creo que incluso los estadounidenses no tienen más remedio que admitirlo».
De hecho, loss posteriores gobiernos en la Argentina contenían una cierta
inspiración del NS.
Por eso, Titus exigió medidas contra Stauffer, pero nunca llegaron. «En
última instancia, Titus y Smith, que habían dedicado tantas energías a la

campaña de repatriaciones, estaban librando una batalla perdida. A finales
de 1948, sobre todo a partir de que España y los aliados llegaran a un
acuerdo sobre el patrimonio alemán en España, las repatriaciones pasaron
a ser un recuerdo que se desvanecía poco a poco».
Así que Clarita ganó.
Siguió un tiempo indeterminado cobijando y ayudando a los nacionalsocialistas, que pudo haber rescatado a centenares, según deja entrever el testimonio de su sobrino. Si se casó y fue estafada por un ex piloto de la Luftwaffe que conoció al visitar la cárcel de Nanclares, parece más propio de una novela que de la realidad. Lo cierto es que Clara Stauffer Loewe no tuvo hijos y
vivió plácidamente en Madrid para ver morir a Franco y nacer la
democracia, hasta que murió con ochenta años, en 1984.

https://www.lavozdeasturias.es/noticia/oviedo/2020/06/19

Nota: El periorativo calificativo de «nazi» ha sido sustituido por «nacional socialista» en algunos párrafos por el administrador de este blog. Hubiéramos utilizado el mismo criterio si se hubiera usado «rojo» en lugar de «comunista».

Así mismo hemos utilizado las imágenes públicas de las marcas «Loewe» y «Mahou» al incluirse su nombre en el artículo original.

PARANOIA TOTAL

La tensión racial, las protestas por la brutalidad policial y discriminación de la población negra siguen muy vivos en las calles. El movimiento Black Lives Matter ha originado e influenciado todo tipo de campañas en contra del racismo, y continúan consiguiendo sus objetivos en medio mundo. Para muchos, es hora de acabar con la injusticia racial, y eso significa desterrar de nuestras vidas todo aquello que pueda ser considerado racista. Bien, pues hay quien piensa que le ha llegado el turno a uno de los productos más populares de cualquier tienda de dulces: los Conguitos. Los populares chocolates de la empresa aragonesa Lacasa están en el punto de mira de algunos, que consideran que tanto el producto en sí como su imagen es racista. Tanto, que se ha iniciado una campaña en Change.org para la retirada de este producto del mercado.
Iniciada por un usuario llamado Black Lives Matter , la campaña está cerca de conseguir las 1.000 firmas que se han propuesto (tras sobrepasar en pocas horas las 500 iniciales). Desde la campaña piden que se retire el producto porque “tanto el propio término “Conguitos” como la ilustración caricaturesca de un hombre negro con grandes labios rojos convierten a este snack en un producto estigmatizador para la población negra. Conguitos utiliza unas caricaturas de unos “pequeños congoleños” con un color de piel asociado al chocolate que recubre el cacahuete y unos labios rojos totalmente desproporcionados”.
A pesar de los avances en nuestra sociedad, a Chocolates Lacasa nunca se le ocurrió cambiar el producto o su imagen, salvo por pequeños cambios casi imperceptibles. El organizador de la campaña pide que, además de retirar el producto, Lacasa pida “una disculpa pública hacia la población negra tantas veces estigmatizadas por esa marca en imágenes, envases o anuncios de televisión”, además de sugerir que la empresa dedique parte de los beneficios recaudados por Conguitos a organizaciones que luchen contra el racismo hacia la población negra.”
Bien, pues hay alguien que no parece estar de acuerdo con esta campaña, y es Candela, una usuaria de Twitter que dice ser nieta de José Luis Izaguerri, el comercial que bautizó como “Conguito” a la ilustración de Juan Tudela Férez, el publicista que diseñó la polémica imagen del producto en 1961, con tan solo 20 años. Su idea en aquel entonces fue crear un aborigen negro feliz, influenciado por la reciente independencia del Congo belga. Él mismo explicó en una entrevista con El Periódico de Aragón que por aquel entonces este concepto de “racismo” actual no existía como tal: “En España no había inmigrantes africanos. Ni siquiera los podíamos ver por televisión, porque no teníamos. La única inmigración era la de los propios españoles. José Luis Izaguerri, me explicó incluso que en los 60 el presidente del Congo, Moshe Tshombe, vio los Conguitos en Bilbao. Le hizo mucha gracia y pidió varias cajas de cacahuetes”, declaraba. Eso sí, también aseguraba que “hoy no lo habría dibujado así”. Porque hay que insistir: estamos hablando de 1961, una época en la que la cuestión racial nada tenía que ver con lo que estamos viviendo ahora. Eso mismo ha querido recalcar Candela después de que muchos usuarios de Twitter acusaran a su abuelo de racista cuando, según ella, era todo lo contrario.
Muchos otros usuarios han reaccionado a sus palabras y han querido mostrar su opinión, con muchos pidiendo “evolución” a la marca.
No parece que Conguitos se vaya a ir del mercado, pero si tenemos que fijarnos en algunos antecedentes, quizá le pase lo mismo que al “negrito” del Cola Cao, que desapareció de las campañas promocionales de la empresa tras ser acusada de ‘racista’ por una polémica similar y renovó por completo su imagen.

PERDÓN, PERO ES TAN PATÉTICO QUE HEMOS QUERIDO COMPARTIRLO. NO VOLVERÁ A PASAR.

«La cuestión de la cabala» por Lady Michèle Renouf.

Los oradores del Primer Congreso Internacional Identitario celebrado en Guadalajara (México) del 1 al 3 de mayo de 2015. En primera fila (segunda a la derecha de la imagen) Lady Michèle Renouf.

https://videos.utahgunexchange.com/watch/la-cuesti%C3%B3n-de-la-cabala-mp4_WW1VDC6qa6FAvGd.html

Primer Congreso Internacional Identitario se llevó a cabo entre los días 1 y 3 de mayo de 2015 en México. En el evento también se celebró el cumpleaños número 100 del revisionista mexicano Don Salvador Borrego. Conferencia de Lady Michèle Renouf que expone sobre la cuestión judía.

EN ESPERA DE JUICIO

En febrero de 2018, Lady Renouf asistió a una conmemoración pública en el centro de Dresde, con motivo del aniversario del bombardeo terrorista de 1945 por la Royal Air Force y la USAAF a raíz de esto fue llevada a juicio. Es por señalar estos puntos en su breve discurso improvisado que Lady Renouf fue arrestada y ahora enfrenta un juicio en Dresde el 15 de mayo de 2020 (El juicio ahora está reprogramado para comenzar el 16 de octubre de 2020, nuevamente en el Tribunal de Distrito de Dresde, Amtsgericht) por delitos que conllevan una pena máxima de prisión de cinco años.
Su juicio centrará la atención de la prensa y el público en las extraordinarias leyes alemanas que niegan el debate histórico normal y el argumento racional. Los cargos se presentaron bajo la  ley de volksverhetzung de  Alemania: párrafo 130 del código penal relacionan con un discurso de 10 minutos dado a 300 dolientes en una conmemoración del bombardeo terrorista por los aliados en Dresde en 1945, donde expresa entre otros puntos lo siguiente:

« El bombardeo terrorista de Dresde fue un Holocausto literal en el que decenas de miles de civiles fueron quemados vivos. Nunca sabremos el número exacto de muertes de la atrocidad, porque la ciudad estaba llena de refugiados, incontables e indocumentados, que huían del avance del Ejército Rojo Soviético »

Absuelta una joven que justificó el Holocausto en Facebook

La Audiencia de Almería retira la condena de un año de cárcel por delito de odio.

Los jueces aplican el Código Penal vigente en 2014 y entienden que sus comentarios no son delictivos.

“Hitler tenía razón”. La Justicia ha decidido absolver a una joven almeriense que se sentó en el banquillo por una decena de comentarios antisemitas en su cuenta de Facebook, como “los seis millones de judíos murieron con su propio veneno” o “está bien claro que lo que hizo Hitler está bien hecho” alegando que los mensajes no se pueden castigar según la versión del Código Penal vigente cuando fueron publicados.

La Fiscalía llegó a pedir tres años de cárcel para ella por sus escritos: “Hitler tenía razón, son el cáncer de la humanidad y de la tierra”, “los israelitas quieren hacernos creer que son los más listos, pero acaban siendo el culo de satanás” o “está bien claro que lo que hizo Hitler está bien hecho.» eran algunos comentarios que acompañan a vídeos o noticias críticas con la opresión de Israel sobre el pueblo palestino.

En un primer momento un juzgado de lo penal de Almería le impuso un año de cárcel por un delito de odio según la redacción actual del Código Penal, pero ahora ha sido la Audiencia Provincial la que ha optado por la absolución: los comentarios antisemitas fueron publicados entre 2014 y 2015, al filo de la última reforma de la Ley, y no pueden ser considerados un delito de odio según la redacción anterior del Código Penal, aplicable en este caso.

Los jueces de la Audiencia Provincial coinciden en señalar, como hizo la jueza de primera instancia, que los comentarios de esta joven “son contrarios a la dignidad del pueblo judío”, añadiendo que son “claramente inaceptables en una sociedad regida” por la Constitución, pero que no son delictivos según la versión del Código Penal vigente en el momento de los hechos.

“En ningún pasaje de la sentencia recurrida se precisa que provoquen o inciten de forma directa al odio”, aunque “justifican conductas inaceptables y que se basan en el odio por motivos antisemitas” pero “no se aprecia tal provocación o incitación directa exigida” para ser condenada.

Fuente:cadenaser.com

ESTATUOFOBIA ANTIESPAÑOLA EN E.E.UU

Vivimos nuevamente una oleada de agresiones contra el espíritu fundacional de la acción civilizatoria hispana en América, tras el descubrimiento del continente por Colón. Las estatuas del genovés encomendado por los Reyes Católicos a navegar en la búsqueda de las Indias orientales cruzando el Atlántico están siendo derribadas y decapitadas en los EE.UU de América por las hordas satánicas que preconizan el Nuevo Orden Mundial contra Trump. Con la pasividad estúpida de los españoles que deberían tener un orgullo sano y justo de la gran empresa desarrollada por el legado de Isabel la Católica y sus sucesores por línea dinástica hasta la llegada de los Borbones.

Habrá que recordar que el Imperio Español fue, como decía Gustavo Bueno, generador, no depredador, como lo fueron los desarrollados por el mundo protestante; aplicando el derecho romano que establecía que todo territorio conquistado debía ser dominado con derecho pleno de apropiación. En contra, el Imperio Español establecía, por mandato real tanto de los Reyes Católicos como de sus sucesores inmediatos Carlos I y Felipe II, que cada territorio descubierto y civilizado bajo el auspicio de la religión Católica, tenía que respetar a sus gentes indígenas y tratarlos con respeto, considerándoles súbditos de la corona; asimilándolos a los conquistadores. Y no abusar de ellos, y protegiendo su vida y hacienda.

Son multitud los relatos de personajes insignes que dan fe de la obra civilizadora y humanizadora del Imperio español en la América hispana. El jurista criollo peruano,Vicente Morales y Duárez, diputado y presidente de las Cortes de Cádiz decía:

La América desde la conquista y sus indígenas han gozado los fueros de Castilla. Óiganse las palabras con que termina un capítulo de las leyes tituladas del año 1542, donde el Emperador Carlos así habla: -queremos y mandamos que sean tratados los

indios como vasallos nuestros de Castilla, pues lo son con respecto a esta justicia, había hecho antes en Barcelona una declaración en Septiembre de 1529 que dio mérito a la Ley l.Título 1, del libro 3.° de la Recopilación de las Indias, donde se dice que las Américas son incorporadas y unidas a la Corona de Castilla, conforme a las intenciones del Papa Alejandro VI. Debe hacerse alto en esas palabras incorporadas y unidas, para entender que las provincias de América no han sido ni sonesclavas o vasallas de las provincias de España; han sido y son como unas provincias de Castilla, con sus mismos fueros y honores”

Tenemos un grave problema con el arrasamiento de la educación y de la cultura histórica, con la manipulación del conocimiento objetivo de nuestro pasado, con los moldes cognitivos masónicos implantados en las mentes de nuestras jóvenes generaciones, con la ignorancia general supina que lleva a graves distorsiones de la realidad. Pero eso no nos lo va a solucionar la ministra Celáa. Más bien al contrario, va a generar una profunda brecha en la formación cultural de nuestros escolares. ¡Qué triste realidad!

Podríamos mencionar a Rafael Altamira, a Julián Juderías, al ministro en la II República Salvador Madariaga, etc. Todos ellos nada sospechosos de ser ultramontanos. O, si se prefiere, lo contenido en el excelente e imprescindible libro del sacerdote José María Iraburu “Hechos de los apóstoles en América”, pero ya sabemos que el campo es yermo a las semillas cuando ha sido arrasado por un sol abrasador. El de la ignorancia y el adoctrinamiento. Por eso, desespero, pues razones objetivas y pruebas irrefutables son inasequibles para quien ha sido lobotomizado desde el sistema educativo español. Es esfuerzo baldío, pero yo sigo intentándolo.

El tan mentado genocidio español es una vulgar patraña carente de toda veracidad historiográfica. Una sarta de mentiras entretejidas para poner en cuestión a España y sus raíces culturales y antropológicas, porque así se impide ver la verdadera naturaleza de las importantes gestas de los españoles en América que no admiten la más mínima comparación con la nula aportación de los invasores anglos bajo la batuta de las logias y el sionismo para derrumbar la obra cristianizadora en América. Cada una de las piedras de los edificios de las Misiones, de las iglesias, hospitales, universidades (23 en contraste con la ausencia de ellas en el espacio dominado por los ingleses hasta momentos tardíos) etc dan testimonio de ello. Lo mismo que el contraste entre la hibridación de los hispanos con los indígenas que ha producido el mestizaje más rico y abundante del mundo, dando reflejo de la convivencia entre los que allí llegaron y los allí preexistentes. Cuestión que no sostiene la leyenda negra que se la deberían aplicar los acusadores, por la ausencia de mestizaje alguno en las américas de dominio francés, holandés o inglesa.

Mientras que la Monarquía Hispánica reconoció derechos, nobleza, dignidad, jerarquías, usos, costumbres, instituciones, entre otros latierra comunal indígena y concedió fueros, honores, privilegios, títulos de nobleza a los indios, prohibiendo su esclavitud so pena de muerte, tal como se mencionó en el apartado anterior. Las repúblicas americanas después de su proclamada independencia desconocieron y borraron de un plumazo todo esto, miles de años de historia y tradición omitidos por las «luces» y la «ilustración» dizque criolla bajo el inmortal lema de «libertad, igualdad y fraternidad». ¿Qué ha sido de la suerte del indio desde la creación de las repúblicas americanas?” se pregunta Francisco Núñez del Arco Proaño en su excepcional libro “Quito fue España. Historia del realismo criollo”

O si prefieren, respecto a derechos y libertades, al margen (que no es poco) de lo dispuesto por el dominico Antonio de Montesinos en la Junta de Burgos en 1511, o por Francisco de Vitoria, verdadero introductor las primeras normas internacionales sobre derechos humanos y Derecho Internacional Público, podemos reseñar esta norma de protección de derechos fundamentales de la población india:

“Por la Ley VI, Libro III, Título VI, Felipe II, en 1593, ordena, según consta en la Recopilación de Leyes de Indias: ‘Todos los obreros trabajarán Ocho horas cada día, cuatro en la mañana y cuatro en la tarde en las fortificaciones y fábricas que se hicieren, repartidas a los tiempos más convenientes para librarse del rigor del Sol, más o menos lo que a los Ingenieros pareciere, de forma que no faltando un punto de lo posible, también se atienda a procurar su salud y conservación.» Esta ley es tan sorprendente cuando se ve que con 370 años de anticipación, la Corona de España reglamentó el trabajo de ocho horas, y que hoy se la tiene como una conquista de los pueblos civilizados y de los movimientos obreros a nivel mundial, en las Constituciones modernas y en los Códigos del Trabajo. Resalta además el aspecto de la previsión social, cuando ordena que «también se atienda a procurar su salud y conservación.” Ya me gustaría a mí que la población obrera española se sujetara a este criterio laboral y se asegurara su cumplimiento.

Ricardo Levene en su obra “No eran colonias” afirma:

Toda la organización institucional de Castilla y León se transvasaba en Indias, adaptándose al medio y transformándose a su influencia.

Se crearon órganos centrales y dirigentes en la metrópoli, como la Casa de Contratación y el Consejo de Indias, que señalaron la orientación general en el Gobierno, pero la acción vigorosa surgió de los órganos locales, formados en los ámbitos físicos y morales de Hispanoamérica.

Esta compleja estructura institucional hacía imposible el Gobierno absoluto. Ninguna autoridad detentaba todo el Poder. La fuente nominal era el rey, pero sus poderes se desplegaban en una complicada organización. Además, cada una de las autoridades defendía celosamente sus propias prerrogativas.

[…] no fueron nunca colonias, sino parte integrante de la monarquía y sus reyes habían jurado mantenerlas unidas para su mayor perpetuidad, prohibiendo su enajenación, prometiendo y dando fe y palabra real de que para siempre jamás no serían enajenadas.

Ninguna autoridad detentaba, pues, el poder omnímodo, ni siquiera el virrey, constantemente vigilado por la Audiencia, cuya función política ahora conocemos mejor, y aun por el cabildo metropolitano, como acaeció en Buenos Aires. No se había adoptado el principio de la división y equilibrio de Los Poderes, que es una conquista del siglo xvm, pero había lucha contra la preeminencia de cualquiera de ellos.”

El principio de la incorporación de estas Provincias implicaba el de la igualdad legal entre Castilla e Indias, amplio concepto que abarca la jerarquía y dignidad de sus instituciones, por ejemplo, la igualdad de los Consejos de Castilla y de Indias, como el reconocimiento de iguales derechos a sus naturales y la potestad legislativa de las autoridades de Indias, que crearon el nuevo Derecho Indiano, imagen fiel de las necesidades territoriales.”

Pues que las Indias no eran colonias o factorías, sino Provincias, los Reyes se obligaron a mantenerlas unidas para su mayor perpetuidad y firmeza prohibiendo su enajenación y en virtud de los trabajos de descubridores y pobladores y sus descendientes, llamados ‘Tos beneméritos de Indias”, prometían y daban fe y palabra real de que para siempre jamás no serían enajenadas.”

Conforme a estos principios, una Ley de Indias mandaba que por justas causas convenía que en todas las capitulaciones que se hicieren para nuevos descubrimientos ‘se excuse esta palabra conquista y en su lugar se use de las de pacificación y población’, para que aquella palabra no se interprete contra la intención superior (Recopilación de las Leyes de Indias, Libro IV, Titulo I, Ley VI).”

Pero es más. Tras la celebrada a todas luces independencia de las “colonias” españolas por los luceferinos que se implantaron a raudales en España en el siglo XIX, tras la Revolución Francesa, la cosa no fue como la pintan. Así lo manifiesta el citado Francisco Núñez del Arco en el libro anteriormente citado:

Al destruirse esas leyes, los indígenas quedaron desamparados y los terratenientes se lanzaron sobre sus tierras, antes protegidas por la corona.

Ahora, en América latina, encontramos una gran paradoja: los pueblos indígenas andan buscando las cédulas reales que les reconocían sus territorios. Esta es la demostración más palpable de que las Leyes de Indias fueron un sistema mejor para los indígenas que lo que vino después de la independencia. Por otra parte, las oligarquías, profundamente reaccionarias, establecieron un sistema de estado en el que la riqueza era todo para ellos y nada para los pobres. Ese es el origen de la desigualdad que hoy tenemos en Latinoamérica.”

Que aún prevalezcan en nuestro solar patrio doctrinas foráneas que inspiran a los bolivarianos españoles, subversores de nuestro orden tradicional para despedazar lo que queda de la hispanidad en España (que ya es decir) constituye un delito que no se contempla en nuestros códigos penales, asimilable a ultraje a la patria. Hacer apología de derrumbe de la estatua de Colón en Barcelona, en palabras de Iglesias, infectado del odio a nuestra historia y a nuestra unidad, y aún más a nuestra idiosincrasia secular, es realmente lamentable. Iglesias representa aquello que decía el cronista romano Trogo: los hispanos siempre están en actitud bélica, si no encuentran enemigos fuera los encuentran dentro. No tenemos peor enemigo que los que desde nuestras filas derrotan todo vestigio del pasado en nuestras ya modeladas mentes, enclaustradas en doctrinas que producen moldes mentales que falsifican la realidad.

Pero todo esto no es casual. Los mismos que incendiaron y dividieron los virreinatos hispanos desvinculándolos de la madre patria son los que ahora están intentando dar el hachazo final a lo que queda de matriz del Catolicismo, es decir España, tratando de arruinar nuestro futuro. Lo hacen desde logias o desde el satanismo mundialista, desde un nuevo Orden Mundial que destroza las bases de la dignidad antropocéntrica del ser humano, rompiendo su naturaleza y cosificando la existencia de nuestra especie; y los derechos inherentes a su esencia. Ya lo manifestó el Papa emérito Benedicto XVI al exministro Jorge Díez en una entrevista que menciona, citando palabras de este extraordinario intelectual que es este Papa dimisionario. En esencia, Satán ha fijado su mirada en España, y estamos en vías de una tremenda arremetida que, sin duda, los españoles seremos capaces de frenar y resolver. Pues siempre, en las peores circunstancias surge la fuerza del espíritu en nuestra naturaleza. Y las raíces de nuestra civilización son demasiado profundas como para derribar un árbol tan robusto con un simple golpe de hacha, por muchos y fuertes contubernios que se produzcan.

El bien siempre prevalece y se sobrepone al mal.

Ha llegado el día de la ira!

Antes de desplomarse de su caballo, exhausto tras cruzar el gran río, el ermitaño apuntó hacia el sol naciente para avisar al centinela romano de la llegada de la horda huna.

Así concluyó Arthur Conan Doyle su relato sobre la irrupción de los hunos en la frontera oriental del Imperio a finales del siglo IV.

No debieron de ser cualquier cosa aquellos hunos, pues en el año 376 los visigodos, no precisamente una tertulia de ancianas asustadizas, ante la visión de aquellos frutos de la cópula entre las brujas de Escitia y los espíritus infernales, corrieron espantados a implorar a Valente, emperador de Constantinopla, su permiso para instalarse dentro de la seguridad de sus fronteras, al otro lado del Danubio.

Con el aliento huno en sus nucas, los atribulados godos prometieron ser obedientes, someterse al Imperio y hasta convertirse al cristianismo. Tras alguna deliberación, los senadores constantinopolitanos consideraron que algún beneficio podrían sacar de ello las arcas del Imperio, así que acordaron franquearles la frontera acuática y ordenar a las guarniciones que no solamente permitieran el paso de sus frágiles embarcaciones, sino que pusieran todos los medios necesarios para que consiguieran cruzar sanos y salvos las caudalosas aguas que les separaban del paraíso. Pero la avaricia y la concupiscencia son viejas compañeras de los hombres. Algunos romanos aprovecharon la penosa marcha de los godos para ofrecerles alimentos podridos a precios imposibles, lo que les obligó a malvender sus pertenencias para no morir de hambre. Tras perder muebles, monturas y siervos, tuvieron que prostituir a sus mujeres e hijos, e incluso venderlos, pues prefirieron verlos esclavos pero vivos que libres pero muertos.

El rencor hacia quienes se suponían sus protectores se acumuló hasta que llegó la ocasión de estallar. Y sólo dos años después de cruzar el río, los visigodos se enfrentaron al ejército imperial frente a los muros de Adrianópolis. Tan grandes fueron la impericia de los romanos y la furia de los godos, que hasta el emperador Valente desapareció en la masacre, descuartizado o abrasado. Aquélla fue la mayor catástrofe militar romana desde la batalla de Cannas, seiscientos años atrás.

Aunque sólo unos pocos agoreros lograban verlo, el deslizamiento de Roma hacia el precipicio se aceleraba cada día. Pero el mal era bastante más profundo que la derrota en una batalla, la inaplicación de las leyes por magistrados corruptos o la administración cada vez más fragmentada en dispendiosas provincias. Porque, despreciando las austeras virtudes de sus mayores, los opulentos romanos del siglo IV preferían dedicarse a los placeres de la mesa y el lecho. Siempre sedientos de novedades, les atraía más el ruido que el estudio y el cuidado del cuerpo que el de la mente. Acostumbrados a una larga y próspera paz, ya no les interesaba la disciplina de las legiones, la vida de los campamentos, el ejercicio con armas que pesaban el doble para que el día de la batalla los soldados romanos volaran… En aquellos días sus copas pesaban más que sus espadas; y muchos se cortaron los dedos de la mano hábil para librarse de la milicia.

Indiferentes a los asuntos públicos, los romanos dedicaron su tiempo a juegos y perfumes y trasladaron del senado al circo la sede de la república. Las mujeres evitaron la molestia de los hijos, limitadores de los placeres, con lo que Roma se despobló de romanos. La felicidad de los ciudadanos pasó a depender del resultado de las carreras de cuádrigas, y el teatro, vieja escuela de virtudes, cedió su sitio a farsas licenciosas, musiquillas afeminadas y espectáculos pomposos. Y los que se alejaron de ello, encerraron en los claustros su resignación.

Por eso prefirieron que de las cosas de la milicia se ocuparan los recién llegados. Para ponérselo fácil, se rebajó la estatura mínima y se relajaron la disciplina y los ejercicios, lo que condujo a que los soldados extranjeros se preocuparan menos de sus funciones que de su atavío. Carentes de apego por Roma y de respeto por sus leyes, inspiraban terror a los ciudadanos del Imperio mientras temblaban ante la presencia de los enemigos. Además, muchos de ellos no tardaron en demostrar que, por encima de juramentos y obligaciones, tenían fidelidades de sangre superiores a las legales. En no pocas ocasiones mantuvieron tratos con el enemigo, favorecieron sus movimientos o facilitaron su retirada. Y sus compatriotas cambiaron los arados por lanzas y se aprestaron a vengar pasadas injurias.

De este modo, exactamente cien años después de que los visigodos cruzaran el Danubio, sus nietos, junto con el diluvio de bárbaros que siguió cayendo incesante sobre un Imperio impotente e inconsciente, rebanaron los últimos gaznates romanos. Y en aquel 476 la historia pasó página para adentrarse en los diez largos siglos de Edad Media.

El historiador que más atención dedicó a aquellos trascendentales momentos de la historia de la Humanidad fue el inglés Edward Gibbon, cuyas palabras escritas hace algo más de dos siglos se pierden en el vacío de la Europa de hoy:

El más experto hombre de Estado de Europa nunca se ha visto obligado a considerar la oportunidad o el peligro de admitir o rechazar a una innumerable multitud de bárbaros que, movidos por el hambre y la desesperación, solicitan un lugar donde establecerse en los territorios de una nación civilizada (…) Esta horrible revolución puede aplicarse con utilidad para ilustrar la época presente. Es deber de un patriota preferir y promover el interés exclusivo y la gloria de su país natal, pero un filósofo puede permitirse tener puntos de vista más amplios y considerar a Europa como una gran república cuyos diversos habitantes han conseguido niveles similares de educación y cultura. El equilibrio de poder seguirá fluctuando y la prosperidad de nuestro reino o el vecino puede pasar por momentos de auge o decadencia; pero estos acontecimientos parciales no pueden dañar en esencia nuestro general estado de bienestar, el sistema de artes, leyes y costumbres que distinguen por encima del resto de la Humanidad a los europeos y sus colonias. Las naciones salvajes del globo constituyen el enemigo común de la sociedad civilizada y podríamos preguntarnos, con inquieta curiosidad, si Europa sigue amenazada por la repetición de las calamidades que oprimieron a los ejércitos e instituciones de Roma. Tal vez estas mismas reflexiones ilustren la caída de aquel poderoso imperio y expliquen las causas probables de la seguridad presente (…) Esta seguridad aparente no debería llevarnos a olvidar que pueden surgir nuevos enemigos y peligros desconocidos de algún pueblo oscuro, apenas visible en el mapa del mundo. También los árabes o sarracenos, que extendieron sus conquistas desde la India hasta España, languidecían en la pobreza y el desprecio hasta que Mahoma infundió en aquellos cuerpos el alma del entusiasmo.

Y hace menos de un siglo Ortega y Gasset abrió su Rebelión de las masas con el siguiente deseo de unidad europea:

Ha sido el realismo histórico quien me ha enseñado a ver que la unidad de Europa como sociedad no es un ideal, sino un hecho de muy vieja cotidianeidad. Ahora bien, una vez que se ha visto esto, la probabilidad de un Estado general europeo se impone necesariamente. La ocasión que lleve súbitamente a término el proceso puede ser cualquiera: por ejemplo, la coleta de un chino que asome por los Urales o bien una sacudida del gran magma islámico.

Parece una ley cósmica que, en los tiempos de grandes peligros, las élites dirigentes no suelan estar a la altura. Probablemente porque la existencia de grandes peligros es la consecuencia de un largo proceso de caída de las élites. Nuestros días son buena prueba de ello, tanto en España como en el conjunto de Europa: a cualquier espíritu despierto tiene que llamarle forzosamente la atención la desproporción entre la enormidad de nuestros problemas y la pequeñez de nuestros dirigentes.

¡A las armas, a las armas! ¡Ha llegado el día de la ira!

El romano, mirando hacia el horizonte a través del río, distinguió una sombra inmensa que avanzaba lentamente por la llanura.

Jesús Lainz

Inferioridades raciales

El estadounidense James Dewey Watson es uno de los científicos más importantes del siglo XX. Nada menos que el descubridor, junto con Francis Crick y Maurice Wilkins, de la estructura del ADN, por lo que recibió el Nobel de Medicina en 1962. En años posteriores ejercería de director del Proyecto Genoma Humano, cargo del que dimitiría por su desacuerdo con los colegas que pretendían patentar secuencias de genes, ya que, según Watson, «las leyes de la naturaleza no pueden ser propiedad de nadie».

Pero su enorme prestigio no le evitó el escándalo cuando declaró en 2007 que hay un vínculo genético entre inteligencia y raza. Afirmó que las diferencias de cociente intelectual entre negros y blancos se deben a los genes, por lo que se manifestó pesimista sobre el futuro de África. También expuso su crítica a los izquierdistas «porque no les gusta la genética, ya que ésta implica que a veces fallamos en la vida debido a que tenemos malos genes, mientras que ellos desean que todos los fracasos en la vida se deban a la maldad del sistema». De repente, el sabio se convirtió en un ignorante. El escándalo fue mayúsculo, pero, explicando que lo que él deseaba promover era la ciencia y no el racismo, logró capear el temporal.

El año pasado, con motivo de su nonagésimo cumpleaños, se emitió un documental sobre su vida y obra (American Masters: Decoding Watson) en el que reiteró sus opiniones acerca de la relación entre raza y genética. Esta vez no hubo perdón: el prestigioso Cold Spring Harbor Laboratory, del que fue director, condenó sus declaraciones por «reprobables y sin sustento científico», revocó sus cargos honorarios y cortó toda relación con él. La prensa mundial le colmó de insultos y sólo faltó que le retirasen el Nobel. Pero ninguno de los argumentos empleados contra las opiniones del científico se adentraron en el terreno de la ciencia, agazapados en el de la corrección política, enfoque particularmente incomprensible, dado que Watson no sacó ninguna consecuencia moral o jurídica de sus opiniones científicas, lo que sí podría haber sido objeto de debate político.

No es la primera vez que estos asuntos levantan intensas polémicas. En 1994, por ejemplo, el psicólogo Richard Herrenstein y el sociólogo Charles Murray publicaron el libro The bell curve: intelligence and class structure in American life, en el que sostuvieron que la inteligencia humana está influida por factores tanto ambientales como heredados. Entre estos últimos se encuentra el factor raza, estrechamente unido al cociente intelectual. Según las estadísticas manejadas por los autores, las razas situadas en las primeras posiciones son la amarilla y la blanca, y la peor clasificada la negra. Relacionando el cociente intelectual con la trayectoria vital de los miles de encuestados, los autores llegaron a la conclusión de que un bajo cociente intelectual influía grandemente en las posibilidades de abandonar los estudios, no encontrar trabajo, fracasar en el matrimonio, vivir en la pobreza y delinquir. Herrenstein y Murray tampoco sacaron ninguna conclusión moral o jurídica de estos datos. Lejos de ello, incluso apuntaron expresamente que, «a pesar de las causas de las diferencias, no debe haber diferencia de trato a las personas». La prensa internacional ardió de indignación, e incluso se acusó a los autores de pretender sostener con pruebas supuestamente científicas el supremacismo blanco, sorprendente acusación dado que la raza que mejor parada salía de sus estudios no era la blanca, sino la amarilla.

El premio Nobel de Física William Shockley había levantado similar polvareda al declarar en 1974: «Mis investigaciones me conducen inevitablemente a la opinión de que la principal causa de los déficits intelectuales y sociales del negro americano es hereditaria y racialmente genética, por lo que no se puede resolver en su mayor parte mediante mejoras en el ambiente». Y a Arthur Jensen, uno de los más destacados psicólogos del siglo XX, por escribir en 1969 que la capacidad cognitiva de los seres humanos está determinada principalmente por factores genéticos, no educativos, y por deducir de ello que los intentos por aumentar el cociente intelectual de los negros estaban condenados al fracaso, le tocó soportar protestas, escupitajos, peticiones de despido, la destrucción de su coche y amenazas a su familia. Tuvo que cam

El estadounidense James Dewey Watson es uno de los científicos más importantes del siglo XX. Nada menos que el descubridor, junto con Francis Crick y Maurice Wilkins, de la estructura del ADN, por lo que recibió el Nobel de Medicina en 1962. En años posteriores ejercería de director del Proyecto Genoma Humano, cargo del que dimitiría por su desacuerdo con los colegas que pretendían patentar secuencias de genes, ya que, según Watson, «las leyes de la naturaleza no pueden ser propiedad de nadie».

No es la primera vez que estos asuntos levantan intensas polémicas. En 1994, por ejemplo, el psicólogo Richard Herrenstein y el sociólogo Charles Murray publicaron el libro The bell curve: intelligence and class structure in American life, en el que sostuvieron que la inteligencia humana está influida por factores tanto ambientales como heredados. Entre estos últimos se encuentra el factor raza, estrechamente unido al cociente intelectual. Según las estadísticas manejadas por los autores, las razas situadas en las primeras posiciones son la amarilla y la blanca, y la peor clasificada la negra. Relacionando el cociente intelectual con la trayectoria vital de los miles de encuestados, los autores llegaron a la conclusión de que un bajo cociente intelectual influía grandemente en las posibilidades de abandonar los estudios, no encontrar trabajo, fracasar en el matrimonio, vivir en la pobreza y delinquir. Herrenstein y Murray tampoco sacaron ninguna conclusión moral o jurídica de estos datos. Lejos de ello, incluso apuntaron expresamente que, «a pesar de las causas de las diferencias, no debe haber diferencia de trato a las personas». La prensa internacional ardió de indignación, e incluso se acusó a los autores de pretender sostener con pruebas supuestamente científicas el supremacismo blanco, sorprendente acusación dado que la raza que mejor parada salía de sus estudios no era la blanca, sino la amarilla.

El premio Nobel de Física William Shockley había levantado similar polvareda al declarar en 1974: «Mis investigaciones me conducen inevitablemente a la opinión de que la principal causa de los déficits intelectuales y sociales del negro americano es hereditaria y racialmente genética, por lo que no se puede resolver en su mayor parte mediante mejoras en el ambiente». Y a Arthur Jensen, uno de los más destacados psicólogos del siglo XX, por escribir en 1969 que la capacidad cognitiva de los seres humanos está determinada principalmente por factores genéticos, no educativos, y por deducir de ello que los intentos por aumentar el cociente intelectual de los negros estaban condenados al fracaso, le tocó soportar protestas, escupitajos, peticiones de despido, la destrucción de su coche y amenazas a su familia. Tuvo que cambiar de domicilio, desplazarse protegido por guardaespaldas y cancelar su actividad docente para evitar disturbios.

Lo más interesante de esta peliaguda intersección entre la ciencia y la política es que sólo se da en una dirección, con un único culpable posible: el hombre blanco. Pues también ha habido quienes han sostenido que la melanina está directamente relacionada con la inteligencia, razón por la que los negros serían más inteligentes que los blancos. Este tipo de afirmaciones, aunque, evidentemente, también levantan polémica, suelen pasar bastante inadvertidas.

Las que sí tienen eco, y suelen ser muy celebradas, son las manifestaciones de autodesprecio de los blancos. Así, la portada del ABC del 5 de agosto de 1996 proclamó la «apoteosis de la negritud» en los recién concluidos juegos olímpicos de Atlanta. Junto a la muy simbólica imagen de unas manos negras sosteniendo desde arriba a unas blancas, el diario conservador madrileño subrayó que «se ha vuelto a poner de manifiesto la supremacía de la raza negra en la alta competición». Y en páginas interiores seguía explicándose, bajo el título «Negritud: más altos, más lejos, más fuertes», que «una de las máximas del olimpismo se cumple en función al color de la piel de cada atleta. En estos Juegos, más que nunca, los hombres de color han impuesto su ley».

Tres años más tarde, el mismo ABC publicaba un artículo de Jaime Campmany en el que manifestaba así su satisfacción:

Siempre es primero en la meta un negro, y luego, segundo, otro negro, y tercero, otro más, y detrás llegan los que fueron hercúleos atletas tudescos, rusos, eslavos y nórdicos, blancos, rubios, casi todos derrotados (…) Está claro que la raza negra es físicamente superior a la raza blanca.

Valgan estos dos ejemplos nacionales para mostrar un fenómeno evidentemente mundial y que colma de satisfacción a los profesionales del antirracismo, ésos que afirman que no hay diferencia alguna entre las razas por la sencilla razón de que las razas no existen: sólo existe la raza humana. Pero cuando se trata de señalar la inferioridad –y, sobre todo, la maldad– de la blanca, entonces, de repente, vuelven a existir: por ejemplo, esas pancartas feministas que rezan «Que arda lo macho y lo blanco» o el linchamiento mundial a los blancos como consecuencia de la trágica muerte de George Floyd.

Por otro lado, ¿puede usted imaginar, antirracista lector, la que se organizaría si a un periódico cualquiera, de cualquier país del mundo, se le ocurriese titular su portada, por motivos olímpicos o de cualquier otro tipo, «Apoteosis de la raza blanca»?

Para terminar, regresemos al principio de estas líneas, comenzadas con el caso Watson. Porque parece prudente conservar la calma y responder a los argumentos científicos con argumentos científicos, y a los políticos con argumentos políticos. La ciencia y la política son dos elementos que, separados, funcionan razonablemente bien. Pero cuando se mezclan, suelen explotar.

Jesús LainzFuente: Libertad Digital.com