Robert Faurisson cumple 88 años.

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Robert Faurisson durante su visita a Librería Europa en 1.992

Robert Faurisson nació en una localidad cercana a Londres en 1929, de padre francés y madre escocesa[1]. Es un conocido escritor y difusor del Revisionismo del Holocausto que ha sido perseguido judicialmente y atacado físicamente en al menos 10 ocasiones por sus opiniones. El intelectual judío Noam Chomsky defendió el derecho a expresarse de Faurisson del que afirma que no hay evidencia alguna de que sea antisemita.

A lo largo de su vida fue profesor en la Universidad de Lyon (entre 1974 y 1990) y La Sorbonne. Cuenta con titulación académica como especialista en análisis de documentos y sus trabajos mas conocidos se centran en el período de la Segunda Guerra Mundial. Posee además un doctorado en literatura y ciencias sociales, entre las cuales se cuenta historia.

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Faurisson ingresado en el hospital después de sufrir una brutal agresión por miembros de una organización sionista.

En su libro «Escritos revisionistas» explica sus motivos para empezar a interesarse en el Revisionismo del Holocausto y las consecuencias que debió enfrentar:

«Si durante tantos años, he seguido investigando en la historia encarnizadamente y sin preocuparme mucho de la «cuestión judía» como tal, es que, en mi opinión, ésta no tenía más que una importancia secundaria, y me podía desviar de lo esencial: yo buscaba, antes que nada, determinar la parte que le correspondía a la verdad y al mito en la historia llamada del «Holocausto» [Shoah, en hebreo]; mucho más me interesaba restablecer la materialidad de los hechos que no buscar las responsabilidades.Sin embargo, muy a pesar mío, dos hechos me obligarían a salir de mi reserva: la actitud de numerosos judíos hacia mis labores y su insistencia amenazante sobre eso que apasiona a tantos entre ellos: «La cuestión judía».

A principios de los años sesenta, cuando abordé lo que Olga Wormser-Migot iba a llamar, en su tesis de 1968, «el problema de las cámaras de gas», de antemano supe las consecuencias que podía entrañar semejante empresa. El ejemplo de Paul Rassinier me advertía que podía temer graves repercusiones. Pero decidí seguir adelante, ceñirme a una investigación de carácter puramente histórico y publicar el resultado. Elegía además dejarle al adversario eventual la responsabilidad de salir del terreno de la controversia universitaria para emplear los recursos de la coerción y tal vez la violencia física.

Esto fue precisamente lo que ocurrió. Utilizando una comparación, podría decir que de alguna manera la frágil puerta del despacho en que redactaba mis escritos revisionistas cedió, un día, súbitamente, bajo la presión de una muchedumbre vociferante de protestatarios. No me quedó más remedio que constatar que la totalidad o casi totalidad de los encandilados eran hijos e hijas de Israel. «Los judíos» acababan de irrumpir en mi vida. Los descubría de pronto, no tal como los había conocido hasta entonces –es decir como individuos distintos unos de otros–, sino como elementos imposibles de desprender unos de otros, un grupo unido por el odio y (por usar el término que ellos prefieren) la «cólera». Frenéticos, echando espuma por la boca, en un tono que combinaba el gemido y la amenaza, me venían a gritar que mis trabajos los erizaban, que mis conclusiones eran falsas y que tenía que rendir pleitesía a su propia concepción de la historia de la segunda guerra mundial.»

Robert Faurisson
Nota de la redacción: La inclusión de este artículo en este blog es una excepción dado que el profesor Faurisson, como otros defensores de la verdad, entre ellos Pedro Varela, ha sido víctima de los actuales sistemas democráticos.